miércoles, 20 de abril de 2011

¿Merece la pena el cribado con una malla de 0,8mm?


Esta pregunta resulta más frecuente de lo que se puede creer en un primer momento. Los diferentes arqueomalacólogos han expresado distintas opiniones al respecto, evidenciadndo, por otro lado, la inexistencia de un método universal de estudio para las muestras arqueomalacológicas. En este sentido, resulta evidente que cada yacimiento y cada muestra presentan unas características singulares, lo que incide en la necesidad de aplicar uno u otro método de análisis. No es lo mismo encontrarnos con un conchero mesolítico cementado en una cueva que tratar un conchero galaico-romano con un elevado grado de fragmentación. Por tanto, el primer elemento a tener en cuenta es considerar las condiciones específicas del yacimiento y de la muestra (tipo de sedimentación, afección de procesos postdeposicionales, grado de fragmentación,...). Una vez hemos tenido en cuenta estos elementos, debemos preguntarnos qué pretendemos conseguir, de cuánto tiempo disponemos para el análisis y qué grado de análisis deseamos efectuar.
Nuestra experiencia personal nos indica que la utilización de una malla de 2mm, 1mm y 0,8mm incide en la cantidad de información obtenida. Es cierto que los elementos diagnósticos de las principales especies representadas en el depósito pueden aparecer en las mallas de 2-1mm. Sin embargo, elementos diagnósticos del erizo de mar (dientes, placas genitales,...), restos de ictiofauna (especialmente de taxones de pequeño tamaño) y otros restos de actividad antrópica (debrisses, battitures de forja,...), suelen "colarse" habitualmente por los diámetros de malla de 2mm.
Por tanto, consideramos que sería beneficioso para la investigación utilizar diámetros de malla inferiores a 2mm para recuperar todos éstos restos. De todas formas, como ya explicamos, es una cuestión que queda a decisión del investigador, que es quien mejor puede valorar la muestra.

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