Este fin de semana se celebraron en Vimianzo las Xornadas Castrexas "¿Qué sabemos dos castros?" y son varias las reflexiones que me planteo. En primer lugar, se trata de una iniciativa necesaria en la que, sin embargo, y como viene siendo habitual, no está representada toda la comunidad investigadora, sino una selección de la misma. Las ausencias en los foros de debate no hacen más que limitar el propio debate, renunciar a él como mecanismo que genera ciencia y conocimiento. Difícilmente podremos establecer puntos en común entre los distintos colectivos científicos, académicos y profesionales cuando amplios sectores de los mismos no acuden a este tipo de encuentros.
En segundo lugar, creo que estas jornadas deberían constituirse como un punto de inflexión en la investigación del NW. La elaboración de trabajos específicos en ramas tan dispares como la arqueometalurgia, la arqueotectura, la arqueozoología,... generan un conocimiento científico muy concreto pero en ocasiones demasiado estanco. Ahora mismo, gracias a estos trabajos, tenemos muchas piezas del puzzle boca arriba e incluso podemos empezar a esbozar la imagen del mismo. Pero se hace necesaria una labor de construcción conjunta, de interactividad, que permita colocar y ensamblar esas piezas para obtener una visión más completa del puzzle, aunque haya piezas que debamos imaginar una vez terminado. Por tanto, consideramos como labor fundamental de la arqueología del NW en lo referente a la Edad del Hierro la existencia de un trabajo conjunto y de colaboración interdisciplinar que suponga un paso más en la configuración de una interpretación amplia del periodo.
Con respecto a los contenidos abordados durante el fin de semana, considero claro, desde el punto de vista científico, la existencia de múltiples culturas castreñas, no sólo en el ámbito espacial o territorial, sino también cultural y temporal. Comenzamos a comprender las diferencias y similitudes de algunas de esas culturas o grupos culturales, pero aún queda mucho por avanzar. Galicia se encuentra en la cabeza de la investigación castreña, seguida de una creciente labor en Asturias y el norte de Portugal que amplian nuestros conocimientos al respecto. Sin embargo, aún queda mucho por hacer en zonas como León o Cantabria, así como en otras zonas de Castilla y ´León, en las que, o bien existen proyectos iniciales o bien contamos con una ausencia preocupante de líneas de investigación, ancladas en las décadas de los 80-90 y sin apenas presencia en esta profunda revisión del NW. Por lo tanto, debemos avanzar en el reconocimiento de estos grupos culturales y en la potenciación y reactivación de aquellas áreas menos desarrolladas desde el punto de vista investigador.
La cuestión de la divulgación y la asimilación del discurso científico por los ámbitos educativos resulta también interesante. Luchar contra tradiciones culturales de amplia raigambre, como por ejemplo el celtismo, resulta arduo y difícil. La propia configuración de la arqueología, tanto académica como empresarial y administrativa, dificultó esta labor didáctica y de difusión. Sin embargo, en los últimos años, se ha visto una creciente labor difusora, potenciada por una forma distinta de entender la Arqueología y la Sociedad, que ha favorecido enormemente la labor divulgativa. La Arqueología es para la sociedad, es sociedad en sí misma, y como tal debe tener esa proyección social en todo su ámbito. Acercar nuestros elaborados discursos científicos de forma sencilla a los niños, a los "profanos" y a la sociedad en general, integrarlos en la construcción histórica, es una labor básica para la supervivencia de la Arqueología y hacia ella deben encaminarse los nuevos modelos de gestión y difusión. Este aspecto ha sido puesto de nuevo en la palestra en las jornadas.
Finalmente, considero que todos los arqueólogos que trabajan en el NW, presentes o ausentes en las jornadas, deben llevar a cabo su reflexión en este sentido, para avanzar en el conocimiento de LAS CULTURAS CASTREÑAS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario