Las últimas investigaciones del Seminari d'Estudis i Recerca Prehistòrica (SERP) de la facultad de Geografía e Historia de la Universitat de Barcelona (UB) atrasan hasta hace 16.900 años el yacimiento de Montlleó, en el municipio de Prats i Sansor, en el corazón de la Cerdanya. En el poblado se han hallado restos de un hogar (quizás un ahumadero de carne), en el que quemaban hasta los huesos de lo que cazaban. Pero no todos. Han aparecido seis pedazos que fueron convertidos en azagayas, piezas con un lado aplanado para acoplarlos a lanzas o flechas. También hay un canino de ciervo que fue perforado, con toda seguridad para convertirlo en colgante. Conchas de pequeño tamaño, de media docena de especies, presentan orificios; una de ellas, la Litorina obtusata, es del Atlántico, a cientos de kilómetros. "Tenían un gusto por la decoración, por elementos de prestigio que transmiten una jerarquía: como tener un BMW o como tener una máscara de Bali colgada en el comedor, es algo que dice 'yo he estado allí', y eso indica también unas formas de pensamiento y de lenguaje elaborados", analiza Fullola.
Josep Maria Fullola dirige la excavación de Montlleó, pero también la de la Cova del Parco, en el término municipal de Alòs de Balaguer (Lleida). Hasta ahora, el hallazgo más celebrado de este yacimiento es un conjunto de conchas marinas, procedentes del Mediterráneo, todas ellas horadadas y que con toda seguridad formaban un collar. Un elemento ornamental excepcional para la época - se sitúa hace 13.500 años-que además sugiere la existencia de un comercio de larga distancia. En la Cova del Parco también se hallaron agujas de coser, de hueso, y numerosos restos de útiles de sílex, fechados hace alrededor de 15.000 años.
Fuente: lavanguardia.es
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