Desde la antigüedad, la morfología y los colores de las conchas de los diferentes moluscos, han atraído la curiosidad del ser humano. De este modo además de servir como alimento, han sido utilizadas como adornos.
En varias páginas sobre bodas se presentan las velas realizadas en el interior de una concha (principalmente de gasterópodo), como algo muy exótico y sofisticado, que además "casi siempre son consideradas las más románticas. Qué mejor manera de esparcir el romance del día de tu boda, que con un regalo para tus invitados que les pueda iluminar en sus noches románticas?". Vamos una cursilería del liberalismo económico del siglo XXI, que da a las cosas un valor místicoque roza en ocasiones la estupidez.
Dudo mucho que las gentes Galaico-romanas, que depositaron a sus muertos en la necrópolis de La Lanzada, consideraran las conchas como algo sofisticado y exótico (lo que no quiere decir que no tuvieran ningún valor social). En varias tumbas, tanto de inhumación como de incineración, localizadas en esta necópolis se documentó la presencia de conchas de moluscos, estas, además de servir como ofrendas, se cree que fueron utilizadas como lámparas, si bien carecemos de estudios, tanto tafonómicos como taxonómicos.
Blanco Freijeiro; Fuste Ara; García Alen (1967): La Necrópolis Galico-Romana de La Lanzada (Noalla-Pontevedra), II. Cuaderno de Estudios Gallegos, Tomo XXII, fascículo 67: 129-155.
3 comentarios:
Almeja-vela, elegancia donde las haya... o mejillón-vela...
Bien es verdad que muchos que van a las bodas piensan comer almeja y se quedan a dos velas...
Menos mal que no me gustan las almejas...
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